
¿Qué sentido tiene guardar recuerdos de mi hijo/a?
Perder a un/a hijo/a durante el embarazo, en el parto o poco después es una experiencia a la que es difícil ponerle palabras. Todo llega de repente, nada os prepara para esto, la vida de vuestro bebé ya había cambiado la vuestra, aun sin estar todavía en vuestros brazos. Vuestro/a hijo/a existe, es amado y siempre vais a recordarlo/a. Para ello, tener algún recuerdo tangible puede ser una ayuda. Al principio puede parecer que guardar sus recuerdos es aferrarse al dolor, pero este dolor puede ir transformándose con el tiempo en más luz, y tener recuerdos puede suponer un reconocimiento del lugar de vuestro/a hijo/a en vuestra historia y en vuestro corazón. Este pequeño espacio nace de ese amor: un rincón donde conservar lo que fue, lo que sentís y algo tangible de quien amáis y siempre será parte de vosotros.
No habéis estado con él/ella como soñabais, pero su presencia y existencia es real, y su breve paso por vuestras vidas tiene un propósito eterno. Puede que tener algo tangible ayude a recordar esto, cuando el amor sea el que ocupe todo el espacio y el dolor le deje cada vez más paso. No hay una forma correcta de atravesar este duelo, pero sí existen pequeños gestos que pueden ayudaros a sostener el amor cuando la presencia física ya no está. Guardar una imagen, escribir una carta, pronunciar su nombre… Cada familia elige cómo recordar y tener presente a este bebé que, aunque ya no se puede percibir con los sentidos, seguirá en el corazón y en vuestra vida de un modo nuevo, uniendo a su familia de la Tierra con el Cielo, como este niño que “irá delante del Señor a preparar sus caminos” (Lc 1, 76).
Fotos
Puede parecer extraño, incluso doloroso, pensar en tomar una fotografía de vuestro bebé sin vida. La primera reacción suele ser de rechazo. “¿Para qué una imagen si no se queda con nosotros? ¿Para qué si no quiero recordarlo “así”, si no está vivo/a?”. Sin embargo, con el paso del tiempo, esas fotografías se transforman en una imagen que no habla de un final, sino de familia, de la ternura, de la existencia real de ese bebé que fue esperado, amado y cuidado.
Con los días, los meses o los años, los recuerdos se vuelven menos nítidos. El rostro que hoy es tan claro empieza a desdibujarse en la memoria. Una imagen puede sostener ese recuerdo cuando la mente lo va cubriendo. Pero, sobre todo, la fotografía puede ser algo tangible que muestre: “Tú estuviste aquí, y te amamos profundamente”.
A través de esas imágenes, muchas familias han podido mostrar a otros ese hijo o hija que es parte de sus vidas, aunque ahora desde el Cielo. Deja de ser alguien oculto, alrededor del cual se puede correr un velo para que sea menos doloroso, pues lo más doloroso podría ser no reconocer que ese bebé es parte de vuestras vidas. Fue y es una persona real. Un miembro de la familia que, aunque no siga físicamente, deja una marca imborrable en quienes lo esperabais con tanto amor, y que sigue intercediendo y acompañando a la familia. Cuando llegan nuevos hijos, cuando crecen los hermanos, esas fotografías les ayudan a entender que existió alguien antes, que forma parte de su historia.
Recordar no significa quedarse atrapado en el dolor, sino aprender a convivir con él de una forma más suave, que este dolor quede iluminado por un amor que trasciende la separación, e incluso se hace más fuerte por ella y por la nueva relación que se os abre al estar este/a niño/a en brazos de Dios.
Hay varios tipos de fotos que se pueden hacer: de sus manitas, de las vuestras con las suyas, teniendo al bebé en brazos envuelto en una mantita…
Huellas
Otra opción podría ser la de guardar las huellas de las manos o los pies de tu bebé. Con tinta (muchas veces el hospital la tiene disponible) puedes marcar en un papel las huellas de las manos y los pies de tu bebé. En las tiendas de bebés y en parafarmacias puedes encontrar también arcilla blanca blanda para hacer el molde de sus manitas o sus pies.
Otros recuerdos
-
Fotos durante el embarazo. El amor con el que se le esperaba habla de su presencia y lo sagrado de su vida.
-
Ecografías.
-
Mechón de pelo.
-
Pulsera del hospital del bebé, si ha nacido con vida.
-
Ropa o sábana que llevó sobre él/ella.