Algo dentro de mí me decía que merecían una despedida digna y llena de Amor como seres queridos que son
Beatriz y Víctor, padres de Rubén David y Jorge
«La probabilidad de concebir trillizos idénticos es “una” entre millones; es un Milagro, es maravilloso. Era tan especial que pensamos era un regalo de Dios después de haber tenido cuatro pérdidas en un corto periodo de tiempo. También son mis hijos Pulguita, Garbancito, Estrellita y Noah.
Compré un doppler fetal, escuchaba todos los días sus latidos, sentía sus corazones-todos los días de su vida-al levantarme, al acostarme. Cuatro corazones latiendo dentro de un mismo cuerpo, dentro de mí. Me parece tan milagroso. Así durante veintisiete semanas.
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Arriba estaba Rubén, a la derecha Jorge y a la izquierda David. Los tenía perfectamente ubicados. Sabía perfectamente quiénes eran cada uno. No me preguntes porqué pero así era. Solían moverse mucho, cuando lo hacia uno lo hacían los otros dos. Y un día dejé de notarlos. Cuando llegue al Hospital dos habían fallecido, David seguía con vida…Tenia tal shock, que lo único que pensé - fíjate qué estupidez- es, ¿qué voy a hacer con el carro gemelar? David, falleció poco después.
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Pude verlos y en un principio, después de preguntarme, sería el Hospital quien se ocuparía de los cuerpos. Quedaron en el mortuorio del Hospital. Sin embargo al día siguiente, me di cuenta que no era una buena idea, nos habíamos despedido a medias. Algo dentro de mí me decía que nuestros hijos se merecían una despedida digna como seres queridos que son. Habían formado parte de nosotros durante siete meses.
En aquel momento mi hermana movió Cielo y Tierra, dimos con En Vela. A partir de ahí se encargaron de todo. Ojalá hubiera aparecido antes. Qué gran alivio cuando me llamaron y Helena y me dijo que ya tenía a nuestros hijos con ella. Participamos en la preparación, Era justo lo que queríamos: poder celebrar una despedida en plenas condiciones, sin morfina con consciencia, acompañados de nuestras familias, amigos, nuestros compañeros de trabajo, que habían vivido con nosotros todos nuestros embarazos, fue masivo. Preparados los cuerpos, vestidos, con trajecitos comprados y unos gorritos hechos por los abuelos. Nuestros hijos los más guapos del mundo. Hicieron unas fotos muy bonitas. Sólo el hecho de volverlos a tocar, besarlos, abrazarlos, me dio la vida. Fue todo tan cuidado, con ternura, margaritas en sus féretros. Se fueron juntos, tal como habían venido, idénticos los tres. Así fue, un sábado.
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Recuerdo a mis sobrinas cogiéndoles la mano a sus primos y el abrazo que me dieron. ¿Qué ha pasado? Eran sus primos.
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El dolor de todas las pérdidas es el mismo, que tus hijos se mueran antes que tú “Es antinatural”. Todos nuestros hijos tienen un nombre, son nuestros hijos. Esta vez estábamos más cerca, quedaba muy poco, ya era una realidad más palpable. Aunque habrá gente que no lo entienda. Tenemos siete hijos, aunque ninguno esté aquí-Víctor y yo somos padres, nos consideramos padres. Los recordamos todos los días y en casa tenemos un espacio para ellos. En ello encontramos Paz.
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Es tan importante despedirse bien de los bebés para poder cerrar el duelo. Da igual que sea con tres, cinco, siete meses. En el jardín de mi madre tenemos un arbolito, un árbol de Plumería, Plumería de corazones. Ahí siguen dando fruto los corazones de mis otros cuatro hijos.
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Soy creyente aunque no practicante. Quiero volver a ser madre, y poder decirle a mi hijo/a que tiene siete hermanos que lo cuidan.
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“Os esperan cosas maravillosas", a eso nos aferramos mi marido Víctor y yo. Ellos están ahí. El día de nuestra muerte vendrán a buscarnos para llevarnos de la mano»